Hemos tomado de la web de la SELAT el siguiente texto, firmado por su Presidente, el prof. José María Maestre, que contiene una hermosa lección de etimología a propósito de estos atribulados tiempos de pandemia coronavírica mundial.
Entre las lenguas de cultura que merecen ser
proclamadas Patrimonio Cultural Inmaterial de la
Humanidad por la UNESCO está, sin lugar a dudas,
el latín. Estoy seguro de que todos los lectores que
fijen sus ojos en el título de este artículo, hayan
nacido en la parte del mundo que hayan nacido, se
complacerán con este juego de palabras que he
tenido la fortuna de crear en la forja de la antigua
lengua de Roma al son, como es obvio, del conocido
aforismo FINIS CORONAT OPVS: de la misma
manera que el escritor sueña con el “final” que
“corona” su “obra”, nuestra mente sueña en futuro
con ese momento “final” que “coronará” el
“coronavirus”.
Y estoy también seguro de que todos esos mismos
lectores se desbordarán mucho más de alegría si
con un leve trueque morfológico ponemos
ese mismo título (FINIS CORONABIT
VIRVS) no en futuro, sino en presente
(FINIS CORONAT VIRVS) o en pasado
(FINIS CORONAVIT VIRVS): nuestra
mente deja así de soñar y se deleita
ahora con ese deseado momento en que
el fin de esta pesadilla planetaria se haya
hecho ya realidad y abraza incluso con
mayor fuerza el momento en el que pueda
haber dejado atrás esta pandemia que tiene
postrada a toda la humanidad.
Tres son, por tanto, los posibles títulos de este
feliz juego de palabras que me dictaba una y otra vez
mi Musa latina, desde hace ya algunas semanas,
para que rompiera las rejas de tan obligado
cautiverio. Pero esos tres títulos merecen tres
artículos independientes porque cada uno de ellos
nos hace albergar no ya sentimientos distintos, como
acabo de expresar, sino reflexiones muy diferentes.
Quedémonos, pues, ahora con el título en futuro de
este artículo y preguntémonos, dentro ya del mismo,
cuál es la palabra que, con independencia de la
lengua en que se exprese, conmueve más corazones
humanos en estas desgraciadas circunstancias: sin
lugar a duda, esa palabra es “salud”.
Pues bien, hablar de “salud” en latín tiene una gran
ventaja, pues es solo, a través de la antigua lengua
del Lacio, cuando comprendemos la lógica del actual
mayor anhelo común de todos los habitantes del
planeta: quiero decir que, solo cuando ponemos en
relación salus con saluus, descubrimos con alegría
que, al anhelar “salud”, lo que anhelamos es estar a
“salvo”.
Mas, si esto es curioso, mucho más lo es adentrarnos
en el mar de la semántica y descubrir que el
sustantivo neutro virus significa en latín “veneno”, lo
que justifica que en todas los rincones del mundo
haya investigadores que tratan de encontrar un
“fármaco” que acabe con ese “virus”. Pero es el
griego, lengua no menos digna de ser proclamada
también, junto con el latín y la cultura clásica,
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, el
que nos descubre una paradójica relación que
sorprenderá al lector no avezado en estas lides: me
refiero a que el término griego φάρμακον (en latín
pharmacum) significa originariamente “veneno” y
que lo que buscamos en las “farmacias” son
“venenos” que acaben con los “venenos” que minan
nuestra “salud” y “salvación”.
La cultura clásica, en efecto, nos hace ver que
este sorprendente juego semántico ha
cobrado vida en una imagen harto habitual
en las “farmacias” y en los “fármacos”: la
“copa de Higía” con la serpiente que echa
en ella un “veneno” que deja de ser
“veneno”y se convierte en “antídoto”.
Por otra parte, no deja de ser hermoso
percatarnos de que ese “virus” tenga el
nombre de “coronavirus”: se llama así
porque, a través del microscopio, ese
“veneno” tiene forma de “corona”. Es más,
visto lo visto, podemos decir que ese “virus” se ha
engalanado con una “corona” propia de “rey” de los
“venenos”. Pero será -y soñemos todos con esta
última paradoja- otro “veneno” el que “coronará” el
“fin” de ese engreído “virus” que ha puesto de
rodillas a todos los seres humanos.
Sirva, por tanto, esta pequeña lección de latín, de
griego y de cultura clásica no solo para lanzar desde
la Sociedad de Estudios Latinos española a toda la
humanidad, cuando el mes de mayo pinta ya de
bellos colores todas nuestras tierras, un soplo de
verde esperanza, que tanto necesitamos todos, sino
también para alabar la harto encomiable labor de
todos los enfermeros, médicos (entre ellos,
permítanme esta licencia personal, mi querida hija
Mercedes) e investigadores que, con riesgo de sus
propias vidas, nos buscan, recetan o proporcionan
esos “venenos” que “curan” y “no matan”.
SALVS ET SPES OMNIBVS!
José María Maestre Maestre
Presidente de la Sociedad de Estudios Latinos
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